
La experta asegura que podemos llegar pasa un tercio de nuestras vidas durmiendo por lo que se trata de un hábito que debemos cuidar para preservar nuestras salud física, cognitiva y mental.
Según los datos que maneja la Sociedad Española de Neurología (SEN), un 48% de la población adulta no tiene sueño de calidad y el 54% de la población duerme menos horas de las recomendadas. Además, por si fuera poco, uno de cada tres adultos españoles se despierta con la sensación de no haber tenido un sueño reparador por lo que hay muchas probabilidades de que pertenezcas a esa categoría de personas que no duermen bien.
Cuando nuestro sueño no tiene una duración adecuada, normalmente entre 7-9 horas, cuando fruto de nuestros hábitos y costumbres los horarios de sueño varían en exceso, o cuando nos despertamos frecuentemente e incumplimos las fases de sueño ligero, sueño profundo y sueño REM, no podemos precisamente presumir de descansar bien. Al contrario.
Las consecuencias de dormir poco y mal
El problema es que nuestra salud y nuestra calidad de vida se pueden ver enormemente afectadas a a corto y a largo plazo diferentes niveles. Lo más preocupante sin lugar a dudas es la batería de problemas a la que nos enfrentamos si la privación de sueño se convierte en la norma ya que aumenta de forma muy significativa el riesgo de desarrollar enfermedades cardiometabólicas, algunos tipos de cáncer e incluso enfermedades neurodegenerativas. Por no mencionar que la falta de sueño también aumenta el riesgo de sufrir trastornos mentales graves.
Y a corto plazo, puede procurarnos problemas de atención o de productividad, cansancio y somnolencia, afectar a nuestro estado de ánimo y ponernos en riesgo en nuestro en el trabajo o si cogemos un coche.
Es importante reseñar que dormir es una función cerebral totalmente básica porque durante el sueño se produce una reorganización de sinapsis y de conexiones que ayudan a consolidar los recuerdos y el aprendizaje, se eliminan toxinas acumuladas durante el día, se fomenta la neurogénesis, se regula el estado de ánimo y las emociones y se protege, en líneas generales, la salud cerebral. Dormir bien importa. Y mucho.
Por eso, a nadie le debe extrañar que nuestras capacidades se vean enormemente comprometidas si no dormimos, dormimos poco o descansamos mal. “Si llegamos a cumplir 90 años, nos habremos pasado aproximadamente un tercio de la vida durmiendo por lo que es algo a lo que hay que prestar mucha atención”, asegura la Dra. Nuria Roure, experta en medicina del sueño, en el podcast Mami, qué dices.
“Por ejemplo, las personas que han pasado más de 20 horas despiertas, es decir, que han dormido solo unas cuatro horas esa noche, al día siguiente su capacidad cognitiva de concentración y atención es similar a haber consumido unas 6 cervezas”, añade la psicóloga.
“Para dormir bien -concluye- hay que vivir bien. Nuestro sueño se empieza a fabricar cuando nos despertamos por la mañana. Dependiendo de cómo pase el día así llegaré a la noche. Todo lo que hago en relación a mi estilo de vida, incluida la dieta, el ejercicio o el manejo del estrés, influye. Si tomo comida saludable o mucho azúcar, si bebo café más allá del medio día, si hago ejercicio, lo hago cerca de la hora de acostarme o directamente no lo hago… Todo tiene que ver para descansar por la noche”.
Vía Mens Healt









