El PIB se congeló en el último trimestre de 2022 y esquivó el descenso previsto, pero los pronósticos para 2023 sigue apuntando a una economía a la baja.

El Reino Unido esquivó la recesión que el consenso de los economistas dibujaba ya para finales de 2022. En el último trimestre de 2022, el PIB del país permaneció congelado.
No registró crecimiento ni descenso. Confirmó, con el 0% anunciado este viernes por la Oficina Nacional de Estadística (ONS, en sus siglas en inglés), que la economía británica sigue siendo “el enfermo de Europa”, afectada por meses de inestabilidad política, los efectos negativos de un Brexit que ha cumplido ya tres años, una oleada de huelgas en el sector público que el Gobierno de Rishi Sunak es incapaz de controlar, un mercado laboral en tensión por la falta de personal, una inflación del 9,2% y un descenso de una década en la productividad cuyas causas no se aventuran a concretar los analistas.
El consenso define la recesión técnica como dos trimestres consecutivos de caída del PIB. El Banco de Inglaterra aventuraba que los últimos tres meses de 2022 registrarían un descenso del 0,1%. No ha sido así, pero el dato final es más un pobre consuelo y una victoria pírrica que una señal esperanzadora.
Las largas vacaciones de septiembre, por el fallecimiento de Isabel II, y la alegría —en bares y restaurantes— que se permitieron muchos británicos por la celebración del Mundial de fútbol ofrecieron un respiro extraordinario, pero entre finales de noviembre y principios de diciembre, el declive fue del 0,5%, superior al 0,3% que había anticipado el consenso de economistas elaborado por la agencia Reuters.
El Reino Unido se mantiene como la economía con peores expectativas de todo el G-7 —el grupo de naciones más industrializadas— y no ha logrado alcanzar todavía los niveles de crecimiento anteriores a la pandemia.
En comparación con los últimos tres meses de 2019, sigue un 0,8% por debajo, frente al 5,1% de aumento de Estados Unidos o el 2,4% de la eurozona en las mismas fechas.